Recuerdo
a un niño que a finales de los años setenta llevaba unos carteles bajo el brazo.
Eran
unos carteles de un recital de un grupo de música folk de su ciudad. Él, a
pesar de su timidez pedía permiso en las tiendas para colocarlos en los
cristales de los escaparates, pues estaba honrado de lo que hacía y de quienes
se lo habían encargado.Para un crio de apenas diez años, tener entre su propia familia a uno de los componentes del grupo y a la novia de este, era un orgullo.
El
niño colocaba los carteles, le daban una propinilla y por si fuera poco, con tan
corta edad tenía la oportunidad de ver a su propio hermano y a su futura cuñada
sobre un escenario. ¿Qué más se podía pedir?
Ese
grupo folk actuaba no sólo en su propia ciudad, tenía cierto éxito en otras
localidades, llegando a llevarse algún galardón que otro.
Aquel
grupo que se hacía llamar Cigarra, investigaba y estudiaba la música
tradicional de los pueblos, visitando y empapándose de la cultura que los más
viejos del lugar les enseñaban, Luego ellos hacían los arreglos pertinentes y
se lo mostraban al público en sus recitales, pues eran eso, recitales, no
conciertos.
Era
la época de la transición, de movimientos regionales y de agitación política y
sacaron una canción propia que en aquella época fue muy sonada, por lo menos en
nuestra zona.
Recuerdo
a ese niño en un pueblo del norte de Burgos en un salón de juegos, de esos que
había billar, futbolines y alguna que otra máquina de marcianitos que hoy han
pasado a la historia, pero que entonces era lo último en juegos recreativos. En
ese salón de juegos también había una gramola de discos en la que con unas
pocas pesetas elegías un disco que sonaba en el local.
Ese
niño no salía de su asombro cuando comenzó a sonar una y otra vez aquella
canción que tantas veces había escuchado, era Castilla, Levántate de Cigarra, http://youtu.be/l3D-NUN5eSg esa canción
reivindicativa que allí sonaba diferente, sobre todo porque en ese pueblo
veraneaba muchísima gente de Bilbao.
Como
en la vida todo se acaba, así pasó con el grupo.
Casi
treinta años después de su desaparición, Cigarra volvió con aires nuevos, atrás
quedaron las reivindicaciones de los grupos folk de la época. Ellos volvieron renovados,
con más madurez y ganas, y sobre todo conservando esa raíz popular de las
canciones de todos.
Aquel
niño que estaba orgulloso de aquel grupo, hoy ya no pega sus carteles, pero
cuando tiene oportunidad les vuelve a ver sobre los escenarios y les dice a sus
hijos, mirad ahí está el tío Pepe y la tía Ki y Miguel y Lourdes y Belén y Carlos.
Aquel
niño, que hoy escribe este post, sigue sintiéndose orgulloso.
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