Guardo
en la memoria una ventana abierta de un piso de la calle San Segundo. Recuerdo
una puerta entornada que invitaba a entrar a los que por allí se acercaban para
así llenar de contenido la publicación que allí se fraguaba. Aquel verano del
88, observaba esa ventana desde el interior del piso. Guía de Ávila se hizo eco
y publicó un artículo referente a mi primera exposición individual.
Casi
dos décadas después, uno no podía imaginar que pasaría horas y horas con F.J. Mañoso,
El Chino para los amigos, pieza fundamental en aquella revista. Su taller del
sur de Ávila, se convirtió en punto de encuentro, un lugar donde nacieron un
montón de ideas, la zona cero.
Allí, a
dos artesanos considerablemente diferentes, pero con inquietudes similares, se
les ocurrió la “temeridad” de abrir una tienda de artesanía y una galería de
arte en Ávila. Ambos teníamos unas ganas enormes de poder mostrar al público,
un enorme abanico de productos artesanos que se hacían por todo el país, además
de combinarlo con exposiciones temporales de artes plásticas (pintura,
escultura, fotografía, grabado…).
Artes Galería creció, nos trasladamos al centro, aumentando el número de talleres artesanos y construyendo un buen espacio expositivo.
Durante el tiempo que permaneció abierta Artes Galería, tuvimos la oportunidad de conocer a gran número de artistas y artesanos, de compartir con el público lo que allí pasaba y de crear una asociación cultural ACADA (asociación cultural artes de Ávila). De todo esto, ya no queda casi nada. La galería cerró sus puertas y la asociación cultural se disolvió, pero lo más importante y lo que siempre nos quedará es el recuerdo de El Chino, pues, quien tuvo la oportunidad de conocerle bien, pudo comprobar cómo era, ya que ante todo, era buena gente.
Como decía
con anterioridad, yo pasé cientos de horas con él, la mayor parte de ellas luchando
por el arte y la artesanía, incluso “esas horas de cervezas”, a veces eran más fructíferas
que el interior de la galería.
Una de
los aspectos más positivos de dedicarse a este difícil mundo del arte y artesanía,
es lo que dejas, lo que has creado. Tus cuadros, todo tu trabajo como artesano,
tus publicaciones, tus dibujos, tus papeles de aguas y por supuesto, tus obras
indultadas, aquellas, que en más de una ocasión volvías a sacar de la carpeta
para comprobar si el indulto seguía en pie, o por el contario merecía “otra
pena”, aquellas obras casuales que nacieron con la intención de adornar un
libro y se convirtieron en piezas únicas e irrepetibles. Muchas veces, me pedias
opinión sobre aquellos restos de papel que usabas para limpiar la cubeta de
tinta, era en aquellos retazos donde la magia invadía el taller, porque es, a
las cosas pequeñas a las que nos debemos aferrar y prestar atención.
En
estos momentos tan tristes, lo único que se me pasa por la cabeza son recuerdos
y un profundo agradecimiento por haber tenido la oportunidad de compartir
tantas cosas contigo, además de una cierta rabia porque no vieras cumplidos
algunos de tus objetivos.
Un
abrazo enorme Carmen, Sara y Willy.
Gracias
compañero, socio, amigo…