Hace
tiempo que llevaba pensando en esto, y no me decidía, no sé bien el porqué,
vaguería, dejadez, o simplemente que lo vas dejando.
Ahora
es el momento, y no me preguntéis porque lo hago, pues ni yo mismo lo sé.
Quiero
hacer un apartado en este blog dedicadas a todas las personas procedentes de
Ávila, (que no son pocas) que trabajan en el mundo del arte en sus diferentes
variantes, como la música, el espectáculo o las artes plásticas.
No
tienen porqué vivir o trabajar aquí, son sus raíces y su cuna, (como dice el
título del post), lo que me interesa. Por ello todas las semanas iré incluyendo
alguna pequeña reseña y alguna imagen o video de todos ellos.
De
momento os dejo para abrir boca, con la canción “Someday after a while” del disco From the cradle de Eric Clapton, cuyo título me venía “que ni
pintao.”
Una
simple pregunta puede llegar a veces a un debate interesante.
Hace
unos días, cuestionándonos sobre si en un museo o galería de arte se deben
dejar hacer fotografías, surgieron deferentes elementos de discusión.
En
primer lugar, a unos les parecía una estupidez hacer una fotografía de una
obra, pues la obra en cuestión ya estaba catalogada y se podía observar, tanto
en los libros como en internet.
Otros
veían, que bastante gente se hace fotografías junto a alguna obra, para simplemente
justificar a su entorno que habían estado en ese determinado museo…
Opiniones
hay para todos los gustos.
Muchas
veces, lo interesante de fotografiar, no es la obra, sino capturar el entorno,
el ambiente o el momento.
Este
debate me recordó, los años en los que estuve realizando ferias de artesanía
por diferentes lugares.
No
había feria en la que los visitantes, con sus cámaras o móviles, fotografiaran
lo que allí estaba expuesto. A mí, en particular nunca me molestó que hicieran
fotos de lo que yo exponía. Quizá lo único que me incomodaba era que no me
pidieran permiso, por lo demás me daba igual, incluso me sentía alagado.
Por
el contrario, a muchos de mis compañeros de feria, esta situación les producía
un tremendo rechazo. Esgrimían razones de todo tipo, pensando por lo general que
serían plagiados.
Curiosamente
estos mismos ofrecían a los clientes propaganda o folletos explicativos de su
obra, cosa que a mí me parecía absurdo, puesto que ahorraban “trabajo” al
cliente.
Si
alguien te quiere plagiar, (como decía un amigo mío), lo tiene fácil, te compra
el artículo, lo destripa, y contodo el
tiempo del mundo, ya en su casa lo puede analizar para ver cómo está realizado.
Por
otro lado, personas que no dejan fotografiar su obra o producto lo están
exponiendo en internet o en catálogos de todo tipo.
Que
fotografíen tu obra no tiene porqué ser negativo, todo lo contrario, es una
manera de que llegue a más público, y no debemos estar siempre en alerta o
pensando mal, porque entonces es mejor no sacar nada a la luz.
Os
dejo con unas citas sobre el plagio.
El
secreto de la creatividad es saber cómo ocultas tus fuentes.
Albert Einstein
Los
buenos artistas copian, los grandes roban.
Pablo Picasso
Aquellos
que no quieren imitar nada, producen nada.
Salvador Dalí
No
es de dónde sacas las cosas, es a dónde las llevas.
Jean-Luc Godard
Uno
puede robar ideas, pero nadie puede robar ejecución o pasión.
Llevaba
esperando ese momento mucho tiempo, y no tuvo fácil acercarse hasta allí. Con
las medidas de protección y la prensa que la rodeaba era complicado acercarse.
Antes
de llegar a ella tuvo que pasar por varios controles y arcos de seguridad, le
cachearon y le tomaron la documentación. Se sentía como un delincuente.
Pasados
unos minutos, tras su presentación en la rueda de prensa, unos vinos y unos
canapés mediocres, ella se quedó sola. Daba la sensación que no le importaba a
nadie y que su presencia en aquel lugar, no era más que una manera de dar
publicidad al edificio.
Él
no entendía por qué esa belleza podía quedar así, abandonada y desprotegida.
Miró
a su alrededor y no vio a nadie, estaba a solas con ella. Con un cierto nerviosismo
se fue acercando, su mirada iba de lado a lado de la habitación, buscando
alguna cámara, o a alguien rezagado. Con la seguridad de que nadie le
observaba, acercó sus manos a su contorno, mientras ella permanecía inmóvil. La
observó de cerca, acarició y reconoció sus formas, sintió su espacio y la
atmósfera que la rodeaba.
De
repente un ruido ensordecedor, rompió la magia, y salidos de no se sabe dónde,
cuatro guardias de seguridad se abalanzaron sobre él, le tiraron al suelo y le
pusieron una esposas, le condujeron a una pequeña sala en la que tan sólo había
una mesa y dos sillas, y algún que otro embalaje usado.
No
entendía nada, ni la actitud los guardias, ni las preguntas de sus
interlocutores. Estaba viviendo un mal sueño.
Tras
dos horas de interrogatorio absurdo le dejaron marchar, pero no sin antes
recogerle sus datos para no volverle a dejar entrar allí.
Salió
de aquel lugar contrariado, con una sensación extraña, y a medida que se
alejaba le vinieron a la mente muchas preguntas.
¿Por
qué tanto interés en traer a aquella belleza? No era una estrella de cine, ni
salía habitualmente en los medios. Sólo la conocían los de un círculo muy
concreto. ¿Por qué la dejaron sola? ¿Por qué no le dejaron acariciarla, si la
escultura está para ser tocada?
Marchó
triste, porque se aprovecharon de ella, porque el concepto que él tenía del
arte era otro, porque no respetaron la soledad de la obra, porque la
convirtieron en mercancía y los ojos que la veían en aquel lugar, simplemente
eran ojos curiosos.
Marchó
triste.
Él con sus manos la había creado, la había dado forma y vida, aunque no fuera para permanecer entre esas cuatro paredes.
Parte de aquel escultor, que nunca desveló su nombre, estaría para siempre junto a ella, pues él siempre creyó en el arte, no en la mercancía.