Cuando
asistes a un concierto, normalmente tienes unas expectativas generadas por
diversos motivos, bien sea porque el autor o grupo en cuestión te gusta mucho, por
las críticas de anteriores conciertos, visualizarlos, o simplemente porque
deseas que todo salga bien.
Ayer
día ocho de octubre tuve la oportunidad de asistir a un concierto memorable, un
concierto especial, en el que el gran protagonista era John Mayall.
El
Nuevo Teatro Apolo de Madrid estaba lleno de personas que como yo, tenían
enormes deseos de escuchar al padre del blues blanco.
Al
sonar las primeras notas del espectáculo, todos éramos conscientes que no iba a
defraudar, aunque alguno pensara que no iba a poder aguantar las casi dos horas
de concierto. Con ochenta y cinco años a sus espaldas, el veterano músico
británico nos honró con su presencia en un escenario, acompañado por Carolyn
Wonderland, Jay Davenport y Greg Rzab.
Si
bien, he asistido a muchos conciertos, este me ha dejado impactado por muchos
motivos, entre los que destaco, el buen blues, una formidable formación y una
generosidad extrema. Sí, generosidad la que derrochó, pues en todo momento
estuvo pendiente de su grupo, dejándoles hacer y acompañándoles en sus solos e
improvisaciones.
Ayer
estuve un concierto de los que nunca olvidaré, no se trata solo de un tipo de
lo más normal como es John Mayall, es lo que hay detrás. En parte gracias a él,
innumerables músicos como Clapton, Peter Green o Mick Taylor, que formaron
parte de los Bluesbreakers, hoy son lo que son.
Gracias a John Mayall he podido
disfrutar de tantos conciertos y así lo viví anoche.
En
definitiva un concierto espectacular, en el que además de la increíble harmónica,
guitarra y teclados del propio Mayall, disfrutamos con la impecable Carolyn
Wonderland con su guitarra y voz, la soberbia
batería de Jay Davenport y el bajo de Grec Rzab, que hizo un guiño a Henry
Mancini y a Deep Purple.
No hay comentarios:
Publicar un comentario