Hay ciertas cosas que pasan totalmente
desapercibidas o simplemente no las damos ninguna importancia. En ello no nos
va la vida y nuestra rutina no se ve alterada. Son detalles que por muy
pequeños que sean a veces cabrean al personal.
Hace unos días se inauguró por fin, la nueva
estación de autobuses de Ávila tras más de una década de espera.
Es un edificio con líneas limpias, que
combina la geometría y el color. Particularmente me gusta el edificio, sobre
todo porque el Ayuntamiento ha arriesgado poniendo una nota de color en esta
ciudad tan gris que tanto lo necesitaba.
Se sitúa en lo que fue la salida de la
ciudad, nada más atravesar el puente de la estación, y es curiosamente a mano
izquierda donde, el que sale de Ávila ve una nota de color.
Independientemente de todo este discurso, en
el que más o menos podréis estar de acuerdo o no, lo que más me ha sorprendido,
es que recién parida la estación, ya la han puesto un parche. No, no se ha roto
nada, ni ha hecho falta una nueva mano de pintura, no. En las dependencias del
edificio, además de albergar la propia estación, hay diversas tiendas, cafetería
y locales para el disfrute de los abulenses y visitantes. Uno de estos negocios
ha tenido la maravillosa idea de “plantar” en la fachada su cartel anunciador.
Si amigos, me imagino que el arquitecto del
proyecto estará encantado con semejante disparate.
No entiendo cómo se puede permitir poner este
parche en un edificio que habrá costado un dineral. Un parche que para muchos
habrá pasado desapercibido, pero para otros que nos apasiona la arquitectura
nos molesta a la vista.
La verdad, como digo al principio, en ello no
nos va la vida, pero a veces son esas pequeñas cosas las que marcan la
diferencia.
Fachada principal
Trasera del edificio