Escultura, Arte y Música

Escultura, Arte y Música



martes, 19 de septiembre de 2023

Fusión

 


A veces el dibujo la escultura y la fotografía, se agrupan para mostrarnos paisajes únicos. Paisajes en los que la escultura nos regala nuevos elementos arquitectónicos que contrastan con una ciudad medieval, cuyo reflejo está presente

Esta escultura es una de mis últimas obras que forman parte de la serie «Arquitecturas», donde cambia el concepto de monumentalidad, donde desaparece el mal llamado objeto y donde el observador pasa a ser residente.  

miércoles, 4 de enero de 2023

From the cradle. Javier Paradinas

 

Ayer cerró los ojos definitivamente y esa fue su última invitación a abrir los nuestros, pues su obra permanecerá siempre. Solo nos deja en parte, cumplió otra etapa, quizá la más dura al dejar a sus hijas y a todos los que le queríamos.

Nuestro segundo apellido era el mismo, nuestras madres eran hermanas y ambos éramos los hermanos pequeños de sendas familias, por si fuera poco, los dos nos dedicamos a este apasionante mundo del arte.

Qué difícil resulta expresar ciertos momentos de dolor y tristeza, pero hemos de seguir luchando por todo lo que compartimos.

Esta sección estaba concebida para mostrar la música que se hace o suena en Ávila, pero yo soy quien decide qué, cómo y cuándo. Además, si hablamos de la pintura de Javier Paradinas no solo podemos hablar de su dominio del color y del dibujo, ni de la delicada línea que muestra en sus paisajes, línea que innumerables veces no apreciamos y que nos lleva a una abstracción con un tremendo gusto. Paradinas fue ante todo paisajista, fue un pintor de caballete, de campo y es allí donde comenzaba a fraguarse el sonido de sus cuadros, porque la obra de Javier tiene música. Música en los suaves trazos de color, en los contrastes, en la forma o en la composición.

Puedo afirmar que es uno de los mejores pintores de Ávila, aunque no sea de los más conocidos. Dentro de los círculos artísticos es uno de los más envidiados.

En ocasiones, Javier me enseñaba algunas fotografías de paisajes que su pequeña cámara digital guardaba en su interior. Al ver esas imágenes, yo me las imaginaba pasadas por el tamiz de sus pinceles. Esas fotos eran cuadros de Paradinas antes de materializarse en su soporte definitivo, pero; él era muy exigente con su trabajo y no sacaba a la luz ni daba por concluidas obras que otros podríamos considerar soberbias. Si bien, disfrutaba enseñándome sus fotografías de paisajes, le daba cierto pudor mostrar cuadros terminados.

Javier nunca dejó de pintar, ni en esos momentos en los que no podía agarrar los pinceles. Como en la cámara de un fotógrafo, en el negativo o en el papel fotográfico, la imagen estaba latente, tan solo quedaba revelarla.

Me cuesta seguir escribiendo sin humedecer el teclado con mis lágrimas.

Quiero darte las gracias por tu sentido del humor, por todo lo que me has enseñado, sobre todo, por esas pequeñas cosas que a veces no entendemos o valoramos en el momento y que con el tiempo aprecias.

Quiero agradecer tus palabras de aliento cuando yo no estaba en mis mejores momentos.

Quiero creer, e imaginarte junto a Miguel Ángel o José Luis conversar sobre lo divino y lo humano.

Solo quiero recordarte con tu sonrisa.

Gracias Javier.   





 

domingo, 27 de marzo de 2022

Pátinas I

 

La Real Academia Española de la lengua define pátina como «una especie de barniz duro, de color aceitunado y reluciente, que por acción de la humedad se forma en los objetos antiguos de bronce», también lo describe como «el tono sentado y suave que da el tiempo a las pinturas al óleo y otros objetos antiguos, el tono semejante a la pátina, obtenido artificialmente o el carácter indefinible que con el tiempo adquieren ciertas cosas».

Cualquier material es susceptible para aplicarle una pátina de forma voluntaria, pero por lo general son los materiales «menos nobles» los que se cubren con un acabado diferente al suyo propio. No obstante, en el caso del bronce y otros metales, es habitual usar diferentes ácidos para obtener diferentes tonalidades. Bajo una fina capa de pigmentos, pan de oro, colas, ceras o barnices, se oculta la escayola, yeso, cartón, resina, cemento o madera con la que el escultor ha creado su obra, pero, ¿por qué hacerlo?
Todos los que nos dedicamos a la escultura hemos aplicado de una u otra forma este término a nuestras creaciones y son numerosas las razones para hacerlo como por ejemplo el uso de materiales relativamente económicos para hacer un boceto o una obra final con un acabado realmente sorprendente. Esta terminación no tiene porqué parecerse o imitar un material en concreto, simplemente se trata de rematar la escultura. Sin embargo, hay ocasiones en las que dar apariencia de bronce, acero o piedra a una pieza de yeso, es imprescindible para presentar la obra.

Un material humilde como la escayola puede convertirse en el mármol más puro gracias a unos simples polvos de talco y en bronce o acero si se aplica otra técnica. Insisto, no se trata de ocultar un material, si no de potenciar el acabado.

Podríamos diferenciar varios tipos de pátinas.
La que imita materiales envejecidos como el bronce, hierro, madera…
La que simula elementos pétreos como el granito, mármol, o metálicos como el latón o el oro…
Las pátinas aplicadas a metales férreos, a bronces y latones.
La pátina libre, que no busca aparentar otro material o, por el contrario, la que busca un efecto realista de la obra (esta última está más cerca de la policromía).

Existen innumerables técnicas de envejecimiento que pueden ser aplicadas sobre cualquier material. Elegir una de ellas dependerá de la decisión del autor. 
Dentro de estos grupos, habría que diferenciar entre la imitación o el aceleramiento de un acabado. No es lo mismo dar una terminación óxido mediante anilinas, pinturas industriales, aceites o pigmentos, que un acelerado de oxidación por medio de ácidos, con los que podemos conseguir numerosos efectos, o natural, gracias a la lluvia, el sol o el aire. Todo es cuestión de tiempo y es precisamente el tiempo lo que más se acerca al término pátina.

Si hay algo que me atrae de una manera brutal, es la imagen de las esculturas que inundan algunos cementerios o jardines y no es precisamente por la forma ni el estilo de las mismas, es simplemente por el aspecto decadente, los blancos más puros convertidos en grises y negros, piezas de granito cubiertas de un manto de verdín y musgo. ¡Pátina en su más absoluta definición! ¡He aquí la grandiosidad de la pátina!
Puede parecer una exageración, pero no lo es.

Amo la escultura, pero no significa que me atraiga todo tipo de estilos o tendencias. Si bien soy un enamorado de la escultura griega o del Renacimiento, no significa que el Neoclásico lo tenga entre mis preferencias, pero es ese Neoclásico decadente y las esculturas de este tipo que adornan estos entornos las que me apasionan, las que no se encuentran en los museos ni en los palacios, las que en muchas ocasiones están carentes de firma, las que se localizan en jardines abandonados o acompañando a nuestros antepasados.
Ahora bien, considero que todo es fruto de la formación recibida.
Tenemos interiorizadas imágenes con un aspecto monocromo. Si en realidad mucha de la escultura clásica en mármol fue policromada, lo que hoy conocemos como «puro material» y ausencia de color, ¿sería la pátina? ¿Cómo cambiaria nuestro concepto de escultura y la arquitectura con la aparición del color? Incluso el significado de pátina sería otro. Conocemos numerosas esculturas en bronce que se «entregaron» pulidas, con estampa dorada, brillante y aparente sutileza. Hoy tienen otro aspecto, la forma no ha cambiado, tan solo ha pasado el tiempo por ellas, presentando tonos verdosos o pardos que imprimen otro carácter. Probablemente nuestra idea, concepto o educación con respecto al arte sería diferente. Es el material el que nos cuenta una historia, pero es la imagen que retenemos en nuestra mente la que nos proporciona otra bien distinta. ¿Esculturas de estilo Neoclásico con sus blancos puros serían como hoy las conocemos? Me cuesta imaginar el deterioro pétreo que me tiene enamorado, en una obra repleta de color, aunque probablemente y haciendo un esfuerzo mental, el resultado sería interesante. Otro bien distinto, pero interesante.

Volviendo al término pátina y a su significado, no deberíamos centrarnos tan solo en el proceso de aparente deterioro de la escultura. Una obra recién salida del taller, puede tener tantas lecturas como acabados tenga y, es este acabado el sello de la obra. Uno de los aspectos de la pátina, es que cuando hablamos de ella, hablamos de diferentes tonalidades e incluso textura en una misma pieza, por lo tanto, pinturas, lacas o pulidos no entran en este contexto, pero… ¿Una escultura de madera lacada en blanco es igual a otra a la que aplicamos una terminación a base de pintura y carbonato cálcico? ¿Podríamos denominar a esta última como pátina? Aparentemente la terminación puede ser muy parecida, pero la segunda tiene ese carácter al tacto que denota su paso por la mano del ejecutor del acabado, frente a la primera que, a pesar de estar realizada por el mismo, tiene un «toque» un tanto industrial. Algo parecido pasa con el decapé (decapado), pues a base de lija eliminamos parte de laca o pintura de una superficie, generando un aspecto envejecido, convirtiéndolo así en pátina.
Como decía anteriormente, el escultor es el que decide cómo acabar su obra, y los motivos pueden ser muy variados.
Dejando de lado el puro valor estético, existen razones de peso que la mayoría de las personas desconoce o no se han planteado. No se trata de desvelar ningún misterio, pues no lo hay, simplemente es sentido común. A veces, un material tan sencillo como el Dm, puede convertirse en la más elegante de las esculturas, pero francamente, su acabado sin tratar es bastante mediocre. Lo que sí que tiene es, que es formidable para aplicarle diferentes pátinas y efectos. Otras veces, la propia madera nos «regala» un nudo o un defecto de veta que no nos queda más remedio que arreglar, bien con masilla o con otra pieza de madera, lo que puede hacer que nos distraiga la visión general de la obra.

Esculturas en cemento, resina o piedra artificial requieren de una pátina, pues es el propio material el que en ocasiones lo pide a gritos. Ocultar el material con el que está realizada una determinada obra, no significa que el escultor trate de engañar a nadie, pues en la ficha técnica o memoria descriptiva de la misma, el autor lo deja bien claro. Realizar una pátina determinada, no significa necesariamente «un quiero y no puedo», es decir, acabado de bronce, que sea bronce, acabado de piedra, que sea piedra… Precio, peso, rapidez o cuestiones técnicas, son solo alguna de las razones que tenemos que tener presentes, pero siendo realistas, a veces una pátina mal planteada o ejecutada, puede distraer y romper el volumen de la obra.
En siguientes «post», me centraré en algunas pátinas en concreto, la diferencia con las veladuras y continuaré analizando conceptos diversos sobre el tema.
De momento, os presento una serie de esculturas con diferentes terminaciones.