La
Real Academia Española de la lengua define pátina como «una especie de barniz
duro, de color aceitunado y reluciente, que por acción de la humedad se forma
en los objetos antiguos de bronce», también lo describe como «el tono sentado y
suave que da el tiempo a las pinturas al óleo y otros objetos antiguos, el tono
semejante a la pátina, obtenido artificialmente o el carácter indefinible que
con el tiempo adquieren ciertas cosas».
Cualquier
material es susceptible para aplicarle una pátina de forma voluntaria,
pero por lo general son los materiales «menos nobles» los que se cubren con un
acabado diferente al suyo propio. No obstante, en el caso del bronce y otros
metales, es habitual usar diferentes ácidos para obtener diferentes
tonalidades. Bajo una fina capa de pigmentos, pan de oro, colas, ceras o barnices, se oculta la escayola, yeso, cartón, resina, cemento o madera con la que el
escultor ha creado su obra, pero, ¿por qué hacerlo?
Todos
los que nos dedicamos a la escultura hemos aplicado de una u otra forma este
término a nuestras creaciones y son numerosas las razones para hacerlo como por
ejemplo el uso de materiales relativamente económicos para hacer un boceto o
una obra final con un acabado realmente sorprendente. Esta terminación no tiene
porqué parecerse o imitar un material en concreto, simplemente se trata de
rematar la escultura. Sin embargo, hay ocasiones en las que dar apariencia de
bronce, acero o piedra a una pieza de yeso, es imprescindible para presentar la
obra.
Un
material humilde como la escayola puede convertirse en el mármol más puro
gracias a unos simples polvos de talco y en bronce o acero si se aplica otra
técnica. Insisto, no se trata de ocultar un material, si no de potenciar el
acabado.
Podríamos
diferenciar varios tipos de pátinas.
La que
imita materiales envejecidos como el bronce, hierro, madera…
La que
simula elementos pétreos como el granito, mármol, o metálicos como el latón o
el oro…
Las
pátinas aplicadas a metales férreos, a bronces y latones.
La
pátina libre, que no busca aparentar otro material o, por el contrario, la que
busca un efecto realista de la obra (esta última está más cerca de la
policromía).
Existen
innumerables técnicas de envejecimiento que pueden ser aplicadas sobre
cualquier material. Elegir una de ellas dependerá de la decisión del autor.
Dentro
de estos grupos, habría que diferenciar entre la imitación o el aceleramiento
de un acabado. No es lo mismo dar una terminación óxido mediante anilinas,
pinturas industriales, aceites o pigmentos, que un acelerado de oxidación por
medio de ácidos, con los que podemos conseguir numerosos efectos, o natural,
gracias a la lluvia, el sol o el aire. Todo es cuestión de tiempo y es precisamente
el tiempo lo que más se acerca al término pátina.
Si hay
algo que me atrae de una manera brutal, es la imagen de las esculturas que
inundan algunos cementerios o jardines y no es precisamente por la forma ni el
estilo de las mismas, es simplemente por el aspecto decadente, los blancos más
puros convertidos en grises y negros, piezas de granito cubiertas de un manto
de verdín y musgo. ¡Pátina en su más absoluta definición! ¡He aquí la grandiosidad
de la pátina!
Puede
parecer una exageración, pero no lo es.
Amo la
escultura, pero no significa que me atraiga todo tipo de estilos o tendencias.
Si bien soy un enamorado de la escultura griega o del Renacimiento, no
significa que el Neoclásico lo tenga entre mis preferencias, pero es ese Neoclásico decadente y las esculturas de este tipo que adornan estos entornos las
que me apasionan, las que no se encuentran en los museos ni en los palacios, las
que en muchas ocasiones están carentes de firma, las que se localizan en
jardines abandonados o acompañando a nuestros antepasados.
Ahora
bien, considero que todo es fruto de la formación recibida.
Tenemos
interiorizadas imágenes con un aspecto monocromo. Si en realidad mucha de la
escultura clásica en mármol fue policromada, lo que hoy conocemos como «puro
material» y ausencia de color, ¿sería la pátina? ¿Cómo cambiaria nuestro
concepto de escultura y la arquitectura con la aparición del color? Incluso el
significado de pátina sería otro. Conocemos numerosas esculturas en bronce que
se «entregaron» pulidas, con estampa dorada, brillante y aparente sutileza. Hoy
tienen otro aspecto, la forma no ha cambiado, tan solo ha pasado el tiempo por
ellas, presentando tonos verdosos o pardos que imprimen otro carácter. Probablemente
nuestra idea, concepto o educación con respecto al arte sería diferente. Es el
material el que nos cuenta una historia, pero es la imagen que retenemos en
nuestra mente la que nos proporciona otra bien distinta. ¿Esculturas de estilo Neoclásico con sus blancos puros serían como hoy las conocemos? Me cuesta
imaginar el deterioro pétreo que me tiene enamorado, en una obra repleta de
color, aunque probablemente y haciendo un esfuerzo mental, el resultado sería
interesante. Otro bien distinto, pero interesante.
Volviendo
al término pátina y a su significado, no deberíamos centrarnos tan solo en el
proceso de aparente deterioro de la escultura. Una obra recién salida del
taller, puede tener tantas lecturas como acabados tenga y, es este acabado el sello
de la obra. Uno de los aspectos de la pátina, es que cuando hablamos de ella,
hablamos de diferentes tonalidades e incluso textura en una misma pieza, por lo
tanto, pinturas, lacas o pulidos no entran en este contexto, pero… ¿Una
escultura de madera lacada en blanco es igual a otra a la que aplicamos una
terminación a base de pintura y carbonato cálcico? ¿Podríamos denominar a esta
última como pátina? Aparentemente
la terminación puede ser muy parecida, pero la segunda tiene ese carácter al tacto que denota su paso por la mano del ejecutor del acabado, frente a la primera que, a pesar de estar realizada por el mismo, tiene un «toque» un tanto
industrial. Algo parecido pasa con el decapé (decapado), pues a base de lija
eliminamos parte de laca o pintura de una superficie, generando un aspecto
envejecido, convirtiéndolo así en pátina.
Como
decía anteriormente, el escultor es el que decide cómo acabar su obra, y los
motivos pueden ser muy variados.
Dejando
de lado el puro valor estético, existen razones de peso que la mayoría de las
personas desconoce o no se han planteado. No se trata de desvelar ningún
misterio, pues no lo hay, simplemente es sentido común. A
veces, un material tan sencillo como el Dm, puede convertirse en la más
elegante de las esculturas, pero francamente, su acabado sin tratar es bastante
mediocre. Lo que sí que tiene es, que es formidable para aplicarle diferentes
pátinas y efectos. Otras
veces, la propia madera nos «regala» un nudo o un defecto de veta que no nos
queda más remedio que arreglar, bien con masilla o con otra pieza de madera, lo
que puede hacer que nos distraiga la visión general de la obra.
Esculturas
en cemento, resina o piedra artificial requieren de una pátina, pues es el
propio material el que en ocasiones lo pide a gritos. Ocultar
el material con el que está realizada una determinada obra, no significa que el
escultor trate de engañar a nadie, pues en la ficha técnica o memoria
descriptiva de la misma, el autor lo deja bien claro. Realizar
una pátina determinada, no significa necesariamente «un quiero y no puedo», es
decir, acabado de bronce, que sea bronce, acabado de piedra, que sea piedra…
Precio, peso, rapidez o cuestiones técnicas, son solo alguna de las razones que
tenemos que tener presentes, pero siendo realistas, a veces una pátina mal planteada o ejecutada, puede
distraer y romper el volumen de la obra.
En
siguientes «post», me centraré en algunas pátinas en concreto, la diferencia
con las veladuras y continuaré analizando conceptos diversos sobre el tema.
De
momento, os presento una serie de esculturas con diferentes terminaciones.