Entramos en
cuaresma, y multitud de cofradías se preparan para salir a la calle. Es momento
de sacar a la luz parte del patrimonio artístico, un patrimonio que durante un
año ha estado guardado en naves, almacenes, museos o iglesias.
Falta poco
para Semana Santa, e innumerables esculturas saldrán a la calle en procesiones
acompañadas por penitentes, capuchones, bandas de música y feligreses.
Se verán
pasos con un valor artístico incalculable, y algunos de ellos, será ahora la
única oportunidad que tendremos de poder contemplarlos. Otros por el contrario
carecen de valor artístico, siendo su interés espiritual lo que les da sentido.
En diferentes
lugares se exponen de manera permanente algunos de estos pasos que recorren
nuestras calles, pero es, en este tiempo cuando realmente son vistos.
Miles de
personas se congregarán para participar de una tradición, bien por devoción o
simplemente como parte del folclore popular.
Está bien
aunque sólo sea para dar la oportunidad a personas que no visitan museos, de “empaparse
de arte” de vez en cuando.
Tenemos la
suerte de tener unas obras magníficas, con unos policromados estupendos. Unas
tallas que hay que mimar y que merece la pena que sean divulgadas.
Reconozco que
no es el tipo de escultura que a mí me apasione, pero, aunque tuviera mucho
dinero, tampoco me compraría un Ferrari, esto va en gustos.
Tristemente,
en unos años dejaremos de ver este arte, debido a su deterioro y en muchos
casos a su mala conservación.
Siento
repetirme, ¡otra vez la crisis! Recortes en cultura, arte y restauración, y nuestro
patrimonio en peligro.
Cientos de
restauradores en paro, a los que en muchas ocasiones no se valora suficientemente
su trabajo, y que gracias a ellos conocemos parte de nuestra historia.
Profesionales que cambiarán de actividad, y enseñanzas que irán desapareciendo con el tiempo.
¿Qué pasará
con nuestro patrimonio?
Puedes ser
creyente o no, pero lo que es cierto, es que una tradición como la Semana Santa
ayuda por lo menos a mostrar algo de arte. Aunque las tallas que salgan, a
veces, no sean buenas y la devoción que se tiene por estas solape la imagen
física de la misma.
Estas obras
de arte, como otras, necesitarán ser tratadas y el responsable de turno,
encargará a personas no profesionales su restauración, (puesto que ya no
quedarán profesionales) y estas terminarán por destrozar lo que tienen entre
las manos.
Todos
conocemos casos de este tipo, muy sonados. ¿Quién tiene la culpa?
Lo peor de no
apoyar la cultura, no es sólo la falta de inversión, es dejar de lado algo tan
importante como nuestro pasado, mirar hacia otro lado y hacer la vista gorda,
abandonando la cultura y el patrimonio en mano de oportunistas, nuevos ricos,
políticos sin sensibilidad alguna y especuladores.
Intentando
creer en un cambio, acabo con una cita de Simón Bolívar que todos hemos oído en
alguna ocasión.
“Un pueblo ignorante es un instrumento
ciego de su propia destrucción”.
Totalmente de acuerdo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Esto es lo que hay. A ver cuando cambia esto un poquito.
ResponderEliminarUn abrazo