Escultura, Arte y Música

Escultura, Arte y Música



lunes, 10 de noviembre de 2025

From the cradle // Santiago López


Esta entrada titulada «From the cradle» está dedicada a cualquier tendencia artística que se crea o se genera en Ávila. En este caso y aunque con cierto pudor, me tomo la libertad de presentaros mi última exposición que, tal como indica el título del post, comienza casi desde la cuna.

Así pues, te animo a visitar la exposición que se podrá ver durante un mes en el Palacio Los Serrano de Fundación Ávila. En esta ocasión y tras la exhibición de dibujos de hace unos meses, regreso a las tres dimensiones, con una serie de esculturas que espero sean de tu agrado.

De las primeras figurillas con plastilina en las que representaba cuadros de los grandes pintores, escenas de la vida cotidiana y de las películas de las tardes de sábado… En el buró castellano de mi habitación compartían espacio unas rechonchas monjitas velando el cuerpo de su priora (que bien podría ser nuestra más universal escritora), un sheriff, aquel viejo vaquero con sus grandes bigotes, chaleco amarillo y su caballo, una escena en la que Hitler, subido a un pedestal, observaba sus atrocidades o el mismísimo Beethoven con su piano de cola, además de otras pequeñas piezas y personajes que hacían volar mi imaginación. Algo se estaba fraguando…

No tengo la más mínima duda de que fue en ese momento cuando todo empezó, cuando aquel chico reservado miraba con emoción a su madre y a su hermano pintar en el hogar, cuando asistía frecuentemente a las exposiciones “del Grande y del Pasaje” mientras sus amigos veían los partidos de fútbol los domingos por la tarde, anhelando convertirse algún día en escultor y tener la oportunidad de exhibir su obra.

Del recuerdo al olor a trementina, de las ganas, de la ilusión, del barro o la escayola, de la forma orgánica y de la ingenuidad más pura, del volumen con trazos suaves y redondeados, con oquedades y formas casuales realizadas con la inocencia del principiante o del dejarse llevar por el eclecticismo, por la herramienta en unas manos inexpertas y frágiles o, de las habituales visitas a la chatarrería cercana a la «Escuela de Artes y Oficios» y de las esculturas de lectura fácil y amables para el observador. ¿Dónde quedaron aquellas obras virginales, origen de esta exposición? Si bien muchas de ellas han desaparecido físicamente, permanecerán siempre en la memoria.

Han pasado «algunos años» y algún que otro camino recorrido. De mi primera exposición de escultura allá por 1988, en la que compartían espacio un trozo de muro, el cráneo de un rinoceronte con su esqueleto de tetracero pintado de rojo, varios peines estelares hechos en madera y hierro, mis primeras piezas en metal soldado, así como media docena de esculturas hechas en diversos materiales en los que empezaba a trabajar o el Indio Jou, que vigilaba el lugar, ya no queda apenas nada.

Hoy las obras son diferentes; las formas orgánicas y las líneas casuales carentes de ángulos, se han transformado en una sucesión de líneas y planos estudiados que construyen un mundo imaginario nuevo. El vacío dejado adquiere tanta importancia como el propio material, y las esculturas convertidas en proyectos arquitectónicos soñados son lugares donde el espectador y el escultor se sienten pequeños al imaginarse caminando entre las sombras proyectadas y el interior de las obras. La escultura es la excusa, es la fuente donde fijar la mirada, pero no es tanto buscar una explicación, un significado o un parecido a la forma, sino hacernos abrir nuestra mente y dejarnos llevar, tan solo dejarnos llevar…


 

sábado, 19 de julio de 2025

From the Cradle // Emilio Sánchez

 


Hace unos cuarenta años que, (en aquella escuela de Artes Aplicadas y Oficios Artísticos), conocí a Emilio Sánchez. Por aquel entonces yo daba mis primeros pasos en este mundo de la escultura.

No recuerdo exactamente la fecha, pero lo que sí que guardo en la memoria es una exposición suya en la que la madera era la protagonista. Figuras realizadas con pedazos de madera, listones o retales que habían salido de un taller de carpintería y que otros habrían eliminado o guardado para echar a la estufa. Obras encoladas, ensambladas o clavadas, que envolvían el espacio imaginado por el autor. Estas esculturas ya tenían ese toque de Emilio, ese elemento que le diferenciaba de otros escultores y que le hacían único…

Ha pasado mucho tiempo y el trabajo de Emilio ha ido madurando, pero continúa con ese aspecto que le caracteriza, sigue siendo su obra.

Como podemos contemplar en la exposición de «Los Serrano» el autor nos muestra su trabajo en el que, desde hace ya tiempo, incorpora un dialogo entre mariales. Combina la madera con el metal, la piedra, el cristal u otros elementos, pero siempre guardando su sello.

En ocasiones, nos puede parecer chocante ese dialogo entre materiales y, es precisamente ese choque, el que hace aún más atractiva la obra, otras veces al observar con detenimiento ciertas piezas, descubrimos una intensa conversación entre la piedra, la madera o el metal, que nos lleva directamente a la escultura. No voy a negar que, en numerosas ocasiones, la casualidad nos brinda maravillosas sorpresas, pero no siempre es así. A Emilio siempre le ha gustado la materia virgen, y como buen amante de la observación y la naturaleza, los elementos puros. En este sentido es fácil adivinar que siempre trata de transmitirlo en sus obras, conservando su forma original, él tan solo descubre del interior de la misma, ese rostro que muestra ante nosotros. En ocasiones aplica a la pieza color, con el objetivo de guiarnos en la visión de la escultura, a veces esa policromía nos revela un estado de ánimo, unas emociones que cada espectador siente de manera diferente.

El juego con la forma y el color y la necesidad de seguir expresando lo que tiene dentro, le lleva a Emilio Sánchez a introducirse en la pintura, pero no abandonando nunca el arte de las tres dimensiones.

En definitiva, la materia y su mundo, Emilio Sánchez en estado puro…

jueves, 7 de noviembre de 2024

From the Cradle // Paco Sanchidrián

 


Ayer tuve la oportunidad de visitar la última exposición de Paco Sanchidrián.

Bajo el título de «Caleidoscópico», la muestra se inauguró el pasado dos de noviembre en la sala del Episcopio, junto a la catedral de Ávila.

Desconozco si el nombre de la exposición vino antes que la elección del lugar o si, por el contrario, fue el recinto el que inspiró el título.

La sala, de planta rectangular y completamente abovedada, nos recuerda a los fragmentos más o menos ordenados que nos brindan los espejos de un caleidoscopio, el color ya lo pone Paco.

Así es, rematando o arrancando la bóveda de la sala (según lo vea cada uno), el pintor nos regala una explosión de color dividida en cuatro zonas con una cierta diferencia, pero con un nexo común…

En la obra que Paco Sanchidrián nos propone, además del color, se aprecia el oficio de una dilatada experiencia, ya que, según fuentes sacadas de algunos medios de comunicación, «son más de cuarenta décadas las que el pintor lleva dedicadas a la pintura». Es probable y, a ver si tengo un rato para conversar con él, que coincidiera con Velázquez en alguno de sus viajes por la Corte...

Le conociera o no, en la obra de Paco se ve sobre todo absoluta sinceridad, se aprecia en cada centímetro del lienzo que se lo pasa bien, que disfruta con lo hace, que nadie le pone objetivos o metas, su obra brota de sus manos como un manantial, es algo natural, no hay nada forzado y eso, da gusto verlo en una exposición.

En una sala convertida en caleidoscopio, no podía faltar la imaginación en las imágenes que apreciamos. Cada obra tiene algo más, otro cuadro en cada mirada, una vista cenital de un lugar concreto o soñado, un fragmento de un plano, de una ciudad o un edificio, un detalle imprescindible, un recuerdo de la infancia… En definitiva, magia…

 

Hasta el día 15 de noviembre permanecerá abierta la exposición.



Caleidoscópico
Paco Sanchidrián.