Escultura, Arte y Música

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miércoles, 5 de septiembre de 2012

¿Concursos bajo pseudónimo?


Los diferentes concursos de artes plásticas o de escultura que se desarrollan a nivel nacional e internacional forman parte del trabajo que realizan algunas   personas que se dedican a este mundo tan complicado como es el del arte.

Son numerosas las instituciones de ámbito público y privado que convocan este tipo de concursos, (tristemente cada vez menos) que ayudan a un artista a seguir adelante con su obra.

La participación en los concursos requiere un esfuerzo que en ocasiones no se ve recompensado, pues aparte de la realización de la obra, el artista tiene que enviar la obra al lugar donde se desarrolla el certamen. Esto no es barato, lo hagas tú mismo o mediante agencia de transporte.
Si además tu obra no es seleccionada, la sensación de fracaso aparece.
Realización de obra, envío y recogida…
Normalmente el artista se suele presentar a concursos, que bien por su trayectoria (años de realización, catálogos anteriores…), el premio o el lugar donde se desarrolla convienen más al tipo de obra que realiza.
El objetivo es que el jurado seleccione tu obra para optar a premio. Jurados que son diferentes o con visiones del arte, en ocasiones similares a la tuya.
Cuando te presentas a un concurso, aparte de la obra adjuntas un currículo que también visiona el jurado. Esto puede aumentar tus posibilidades o por el contrario disminuir la valoración de la obra presentada. Particularmente yo soy más partidario de que los jurados valoren exclusivamente la obra, dejando a un lado quien la realice.
Para mí, participar en un certamen con pseudónimo es lo más acertado, y ese es el caso que os detallo a continuación.
En un concurso de una ciudad cualquiera, se presentó un escultor bajo  pseudónimo (en las bases no se especificaba si la obra tenía que estar bajo pseudónimo o no). El escultor eligió el nombre de Paul Gallagher, un nombre extranjero.
Los medios de comunicación locales informaron que el jurado se reuniría la tarde de un día determinado y el escultor esperó pacientemente. Este, que unos años antes había recibido este mismo premio, sabía que si su obra resultaba premiada se lo comunicarían por teléfono esa misma tarde. Como digo, el escultor aguardó pacientemente en su taller esperando una posible llamada. Su intención era dejar sonar el teléfono, pues siempre queda la duda de que si en las bases no estaba especificado lo del pseudónimo rechazarían la obra. Él quería que los medios de comunicación sacaran la noticia antes de que el jurado se lo comunicase, así, pensaba él que el jurado no daría marcha atrás en su veredicto.
Sonó el teléfono en repetidas ocasiones, de un número desconocido por el escultor, y este, como tenía pensado no lo descolgó. No sabía si esa llamada era una buena noticia o alguien que se había equivocado.
No fue hasta que llegó por la noche a su domicilio y vio en un periódico digital la siguiente noticia:

 “La abstracción de Paul Gallagher se lleva el Premio de escultura ciudad de …”

Sorprendido y la vez contento, el escultor se paró un momento y analizó la situación. La obra había ganado y había que desvelar su nombre.
En un primer momento pensó en dejar pasar los días, luego recapacitó y llamó por teléfono a ese número que había sonado en repetidas ocasiones.

“-Hola buenas noches tengo varias llamadas de este número de teléfono…
-¿Paul?, respondieron.
- No, soy Santiago López.
- ¿Cómo?
- Si, soy Santiago López.
- Pero, pero… ¿Cómo es posible? ¿Otra vez?
-  Si soy yo, este año decidí presentarme bajo pseudónimo.  
- Pero bueno ¡que sorpresa!...
La conversación se mantuvo durante unos minutos…

A primera hora del día siguiente, le llamaron de una emisora de radio para concertar una entrevista, (los medios aún pensaban que el ganador había sido un extranjero). El escultor desveló al periodista su verdadera identidad, y le pidió que no sacara la noticia hasta que fuese el gabinete de prensa del Ayuntamiento quien lo hiciese.
Así fue, y los medios de comunicación rectificaron la noticia.

 “…El consistorio ha aclarado este dato después de que ayer difundiera el nombre de Paul Gallagher como ganador de la distinción, aunque más tarde descubrió que se trataba de un pseudónimo, cuando le comunicaron que había obtenido el galardón.
Santiago López Fernández, que ha recibido este reconocimiento por su pieza titulada 'Luz y sombra', ya resultó premiado en la edición de 2001 de este mismo certamen…”

Como habréis adivinado, ese escultor era yo mismo. Mi satisfacción por haber conseguido el premio fue mayúscula, pues se valoró la obra. Aunque siempre me quedará la duda de que si el pseudónimo hubiera sido un nombre español o simplemente el mio propio, el jurado habría actuado de igual manera.

Al año siguiente, al convocar el concurso, los responsables del mismo, cuando comunicaron las bases, incluyeron dos puntos nuevos. El primero era que no se podrían presentar autores que hubieran recibido premio en los cinco años anteriores, y en segundo punto era que la obra tenía que estar firmada por el autor y que no se permitiría el uso de pseudónimo.
Esta experiencia, que no deja de ser una anécdota más, así como otras que suceden en los concursos de artes plásticas, te hace plantear si realmente son justos determinados certámenes, puesto que en ocasiones no sabes realmente que es lo que valoran los jurados.

Por mi parte considero que no actué mal en ningún momento, puesto que quiero pensar que se valoró lo que se tenía que valorar. La obra.  

 

 

 

 

 

2 comentarios:

  1. ja ja, estuvo bien, aunque como dices si hubieses puesto tu nombre o el seudonimo hubiese sido pepe martínez quien sabe lo que habría pasado.
    Un abrazo

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  2. Eso es una cosa que nunca sabré...
    Un abrazo

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