Escultura, Arte y Música

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lunes, 20 de agosto de 2012

Aquellas pequeñas cosas...


De vuelta, tras unos días fuera, desconectado del mundo, vuelvo con las “pilas cargadas.
En muchas ocasiones, los buenos amigos no son siempre los que ves todos los días, puedes tenerlos en tu propia ciudad y verlos seis o siete veces al año, tenerlos a ochenta, a cuatrocientos treinta o a dos mil kilómetros y no verlos mas de dos veces al año, pero son buenos amigos, amigos de verdad.
Amigos así son los que me prestaron estos días pasados a mí y a mi familia su casa de la costa para pasar una semana.
Nos han prestado parte de ellos y de su intimidad, nos han regalado algo tan importante como es el tiempo. Tiempo para no hacer nada, para no dar explicaciones a nadie, para poner algo de anarquía en nuestras vidas, para desconectar, para leer ese libro que tenía parado durante tanto tiempo y para descubrir esas pequeñas cosas…
Cuando aterrizo en mi destino, y como si de un ordenador se tratase, borro mi disco duro albergado en la cabeza, tan solo mantengo todo aquello que hace referencia a la salud de los míos.
Con la mente virgen estoy preparado para experimentar nuevos retos.
Hemos estado lejos, muy lejos. Allí no llegaban las noticias, de hecho, mientras escribo, no tengo constancia de las medallas que ganó España en los JJOO, no sé, si la prima de riesgo sigue ahí, si el Euribor cambió, o si necesitamos ser rescatados de los piratas o nos vamos con ellos.
Durante unos días he sido totalmente libre, y he compartido con los míos algo tan preciado como el “TIEMPO”.
Esas pequeñas cosas son las que hacen sentirte vivo, tu mente está despierta en todo momento, como por la noche, cuando las paso en vela creando escultura, soñando imágenes que un día plasmaré en un buen soporte.
Mis problemas con el sueño, junto al cuaderno de notas los dejé en mi dormitorio.
En la playa todo el mundo es igual, no hay distinciones. El abogado no se diferencia del comercial y este es un clon del carnicero. La maestra luce un bikini similar al de la concejal de cultura. Descubrimos los tatuajes, (en invierno ocultos), del diputado y comprobamos su similitud con los dibujos en la piel de un policía. Ese personaje con complejos que trata de ocultar su físico bajo la toalla, resulta ser el director del banco que te negó el préstamo. Su apariencia cambia cuando se quita el traje gris.
De vuelta a la rutina todos estos personajes regresan a su estado natural, y tristemente no les sirvió de nada compartir un pedazo de playa con personas que durante unos días fueron iguales.
La playa te regala grandes ideas. Estás allí viendo pasar el tiempo, sin mirar a un punto fijo, imaginando viajes y descubriendo el horizonte.
Recoges unas piedrecillas y las conviertes en grandes proyectos escultóricos, las atraviesas con un cordón y haces en colgante para tu hija, un recuerdo de tu paso por la casa de unos amigos.
Miras al cielo y el movimiento de las cometas dibujan formas que juegan con las nubes.
Las cabezas de los bañistas, son esferas que entran y salen de un rectángulo imaginario
Una balaustrada rota me recuerda el principio de “la columna sin fin” De Brancusi.
En definitiva, todo lo que me rodea adquiere un nuevo lenguaje, y no necesito mas, que ese tiempo que me han regalado sin pedir nada a cambio, para descubrir, aquellas pequeñas cosas…

             Gracias M.E







 


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