Cualquier
momento o situación es buena para hablar de arte, y casi siempre surgen
posiciones encontradas.
Hace
unos días surgió en mi entorno la idea, que si la fotografía era arte, y si es
así, si era más o menos arte que la pintura.
Las
razones esgrimidas por parte de mi interlocutor eran tan sencillas, como que la
pintura requería de unas habilidades que en fotografía no eran necesarias.
Evidentemente,
para realizar una buena fotografía no es necesario manejar un pincel, tampoco
saber la cantidad de óleo que debes usar para lograr los resultados que buscas
ni tantas otras cosas…
La
pintura es pintura y la fotografía es fotografía.
Son
cosas que no se deberían comparar, como tampoco valoramos si el Blues o la Ópera
tienen más o menos valor que el Folclore popular.
Hablamos
de cosas diferentes, y por lo tanto no deberían ser comparadas en cuanto a su
valor artístico. Otro aspecto es, lo que podríamos denominar “la cocina” en
cuanto a lo que se tarda en realizar una u otra obra.
Alguno
se sorprendería del escaso tiempo que se tardaron en hacer muchas pinturas
mundialmente famosas y bellas.
En
definitiva, lo que nos debería importar es el resultado final.
Volviendo,
no obstante, a esa “cocina”, taller, laboratorio o estudio, tenemos que ser
conscientes que los tiempos cambian, y al igual que (en general) los pintores
ya no fabrican sus colores ni sus pinceles, el fotógrafo, ahora cuenta con una
herramienta importantísima en el resultado de sus fotografías, como son los
programas de edición o revelado de sus archivos.
Un
teclado, un lápiz digital o un ratón de ordenador son los pinceles del fotógrafo,
a lo que sumariamos un buen monitor donde visualizar y controlar la imagen que
queremos procesar. Si no los sabemos manejar adecuadamente, esa imagen al final
no funcionará.
Todos
sabemos, o por lo menos los que nos dedicamos a este mundo, que una cosa es,
ver una foto en un monitor y otra muy distinta es controlar y tener la certeza,
que esa imagen que vemos en una pantalla tenga las mismas características que
la que recogemos del laboratorio o de la tienda de fotografía.
Todos
nos hemos llevado sorpresas, cuando esa foto que tanto nos gustaba en casa, no
tiene nada que ver con la copia final en papel.
Hemos
tomado una buena foto, hemos capturado un instante, como diría Cartier Bresson,
hemos recorrido un montón de kilómetros para encontrar ese rincón, pero al
final no hemos sabido controlar el resultado, los colores no son los mismos,
ahora esos grises se convirtieron en azules o en negros, ya no tenemos amarillos
pues ahora son naranjas, dejamos de ver algunos detalles… Ahí está la
diferencia entre un fotógrafo profesional y el que no lo es, ahí está la
diferencia entre un buen pintor y un aficionado, ahí está la diferencia.
Me
comentaba mi interlocutor, que para él, el pintor o el escultor tienen que
dominar una técnica, trabajan con sus manos y su obra requiere un tiempo. Pero
¿acaso el fotógrafo no domina una técnica? ¿No le lleva tiempo procesar sus
imágenes? ¿Cuál es la diferencia? ¿El olor a disolvente o aguarrás? ¿El polvo
de la piedra o las virutas de madera o de metal?
Los
tiempos cambian y ahora el fotógrafo no sale a tirar fotos como lo hacían sus
colegas a finales del XIX o durante casi todo el siglo XX, tampoco suelen
revelar sus negativos ni positivar sus copias (alguno todavía queda), ahora,
una de las cosas que requiere la fotografía digital, es precisamente el control
de los archivos o de las tomas, que es “la cocina” de la fotografía actual. Ese
dominio o esa habilidad para manejar los programas informáticos.
En
lo que sí puedo estar de acuerdo, es en que la pintura está mejor considerada
socialmente, pero mejor que incluso la escultura u otras artes. Pero esto no es
más que un problema de educación, pues hemos sido educados, por lo general, más
para la pintura que para las otras artes, aunque esto no signifique que tenga
más o menos valor.
En
cuanto a que si la fotografía es arte, rotundamente sí.
¿Toda
la fotografía? Por supuesto que no, ni tampoco toda la pintura, toda la
escultura, todo el cine, toda la literatura…
Y,
como he terminado en alguna ocasión con una cita de James Whistler, hoy no
podía ser menos.
“El arte sucede”
Ahí
está la diferencia…