Escultura, Arte y Música

Escultura, Arte y Música



sábado, 29 de diciembre de 2012

Un estupendo 2013


Termina 2012 y ayer veintiocho de diciembre día de los inocentes, nuestro presidente hizo balance de un año catastrófico.
Un año en el que la crisis afectó a la gran mayoría de los ciudadanos.

Pero amigos, estamos de suerte, 2013 será un año distinto.

Muchas de las leyes y cambios que nuestro consejo de ministros ha realizado a lo largo del año, en 2013 serán un mero recuerdo.
En 2013 la Justicia, será verdaderamente justa con el ciudadano, la Sanidad será para todos, y nuestros mayores no se tendrán que preocupar, ni por las recetas médicas, ni por los copagos, ni por las largas listas de espera. Habrá una sanidad pública  para todos. La investigación en este país será puntera, no se cerrarán más hospitales, y nuestros profesionales de la medicina y otros campos no marcharan al extranjero.
El paro se reducirá notablemente, y el sueldo medio de un español se equiparará con los sueldos más altos de fuera de nuestras fronteras.
Tendremos menos políticos, que se bajarán el sueldo y se les igualará al de otros profesionales que realizan actividades similares. No se apoltronarán en sus escaños eternamente y serán verdaderos trabajadores.
Por supuesto, que se volverá a reducir el IVA de algunos servicios y los funcionarios volverán a tener sus pagas integras.
Aquellos, a los que se les dio tanto que no era suyo, lo devolverán.
Mis hijos no tendrán que estudiar nuevas asignaturas todos los años, y la Educación, por fin no cambiará con nuevos gobiernos.
Habrá una Educación pública, y no volveremos a ver camisetas verdes por las calles. Aquella escuela tendrá accesibilidad, y Alberto, Juan y Carmina podrán asistir a todas las clases.
Volverán a abrir sus puertas numerosos comercios, que se vieron obligados a cerrar.
Todas las galerías de Arte y museos que nos dejaron regresarán con más fuerza, y la Cultura será un pilar fundamental en nuestras vidas.
La televisión basura dejará espacio al Arte, y esta será independiente. Cerrarán por agotamiento algunos medios de comunicación. Y tendré la seguridad de que mis hijos no vean ni escuchen a determinadas personas.
Dejaremos de ver por las calles tanta miseria. Tendremos unas calles en las que dará gusto pasear, no habrá tanta polución, ni ruidos…
Por fin lloverá, y nuestros campos se llenarán de vida.
No volveré jamás a plantearme salir de mi entorno para buscarme la vida, porque estaré orgulloso de mi País.

No quiero extenderme más, y solo espero que este sueño, que es el mío y el de muchos otros, no me lo roben, que siga siendo gratis, porque a este paso, hasta para soñar tendremos que pagar tasas.

 
Feliz 2013
 
 

 

domingo, 23 de diciembre de 2012

lunes, 10 de diciembre de 2012

Alice...


Nunca me gustó el cuento de Alicia en el País de las Maravillas.
Desconozco la razón, y si he de ser sincero, intenté leerlo en más de una ocasión pero no pude con el. Cuando vi la peli de Disney, tampoco me gustó. Otras versiones en el cine o en dibujos animados de Alicia, la verdad es que siempre me produjeron indiferencia.
Han pasado muchos años desde entonces, y hace poco tiempo, descubro que su autor Lewis Carroll fue unos de los pioneros de la fotografía. Bendita ignorancia la mía. Esto es otra demostración que a uno le queda mucho por aprender, y que la edad no importa para hacerlo.

Pues si amigos, no sabía de la afición de Carroll por la fotografía, y he descubierto a un personaje que no deja indiferente a nadie.
Matemático de profesión y diacono de la Iglesia Anglicana, ejercía de profesor en Oxford. Con veinticuatro años se compró una cámara fotográfica y comenzó a realizar fotografías. El tipo era muy metódico, todo lo apuntaba, lo que fotografiaba, lo que quería fotografiar, los tiempos de exposición y revelado, en definitiva, todo orden.
Un buen día, mientras fotografiaba la catedral de Oxford, se le acercaron con curiosidad unas niñas, entre las que se encontraba Alice Liddell.
Lewis Carroll era un hombre tímido y sentía verdadera pasión por las niñas de corta edad. En ellas veía la inocencia, la pureza y la naturalidad, las fotografiaba, siempre con permiso de los padres, ya que solían ser las hijas de amigos, compañeros o conocidos, de diferentes maneras, las disfrazaba, las vestía como méndigas, como princesas, en diferentes actitudes, dormidas, realizando juegos, enfadadas…
Si, Lewis Carroll sentía verdadera pasión por las niñas, a alguna de ellas las fotografió desde los cuatro años hasta los catorce, como a Alice Liddell, que fue la niña que le inspiró para escribir Alicia en el País de las Maravillas.
Niñas que en ocasiones las fotografiaba desnudas o semidesnudas, no sabemos con qué intención, el afirmaba “las niñas desnudas son tan perfectamente puras y encantadoras”.
En los momentos actuales, no creo que un padre, “con dos dedos de frente, pues sabemos que de todo hay” se prestara a que un fotógrafo, por muy bueno que sea, fotografiara a su hija se seis o siete años de la manera que lo hizo Carroll.
Han pasado más de cien años de aquellas fotos, el propio Lewis Carroll destruyó muchos negativos de aquellos y páginas de su diario, donde se supone que tenia registrada toda su actividad.
Con independencia de todo esto, las acusaciones, fundadas o infundadas de pederastia, este hombre tímido dejó fotografías con una calidad tremenda, un material que merece la pena ser conocido.
No es la primera vez que surge esta pregunta ¿la obra de un autor varía conociendo su historia? ¿Deja de ser bueno su trabajo?
Particularmente, cuando he conocido esta historia y teniendo hijos de corta edad me han dado escalofríos y cuando he visto las fotografías de Lewis Carrol me han parecido fascinantes.

Conocido esto, no quita que un día de estos coja entre mis manos aquel libro que nunca terminé. Quizá ahora encuentre cosas que no entendí o que no vi. No lo se.
 





 

viernes, 7 de diciembre de 2012

La botella medio llena...


He terminado una escultura de acero que llevaba tiempo parada en el taller.

Una escultura que no sé por que motivo no funcionaba, tanto el movimiento y el equilibrio que buscaba en la pieza no respondía a mi idea original. Probablemente no era el momento de dar por acabada esta escultura.

Unos meses han transcurrido desde que la comenzara, y por fin he encontrado la solución para dar salida a esta obra. No he tenido que usar “cesárea”, y aunque la gestación ha sido larga, el “parto” ha merecido la pena  

No es la primera vez que me pasa, ni será la última. Es parte del oficio.

En ocasiones comienzas algo que no puedes dar por terminado en el momento que deseas, si estás condicionado por las prisas o por tu estado de ánimo.

En mi taller voy alternando obra “arrinconada” y obra nueva. Es mi manera de trabajar.

Estas obras “paradas” son las que más estudio tienen y las que más vueltas dan. Son obras que sabes que debes reservar, pues tienes la certeza que un día te darán gran satisfacción.

Quizá te han dado problemas, quebraderos de cabeza y has desperdiciado material, y lo que es más importante, “tiempo”. Más de una vez te hacen sentir un cierto fracaso, te bajan la moral y vuelves a casa con la sensación de vacío. 

Estas esculturas que han estado escondidas tanto tiempo, muchas veces son las más agradecidas. Han convivido en silencio, mientras otras iban saliendo del taller, han esperado pacientemente en un rincón, viendo como yo tomaba decisiones con respecto a otras esculturas.

Cuando alargas la mano para coger un pedazo de metal que está junto a ellas, cuando las apartas un instante para colocar material o cuando por un momento las vuelves a situar en el banco de trabajo, simplemente para observarlas, estás saben que aun no están preparadas, y son conscientes que  más tarde o más temprano saldrán a la luz.

No hay mal que por bien no venga, y estos momentos difíciles vienen bien para ir acumulando obra y para que esta, como otras muchas, reciban lentamente una pátina natural que otras esculturas no tienen la suerte de recoger.

Cuando la lluvia, la nieve, el hielo, el aire y el sol hagan su trabajo, solo me quedará presentarla en público, bien mediante un concurso o una exposición.
 
Ya lo iré decidiendo.